Para poder analizar la efectividad de la decisión del gobierno nacional respecto de las prepagas, tendremos que esperar a que la primera empresa involucrada anuncie la retracción de los precios.
Argentina está saliendo de la droga estatista más prolongada de nuestra historia y se sabe que salir de cualquier adicción no es un proceso lineal. No hay una recuperación progresiva o sin altibajos. En este momento, lo que está evidenciando el empresariado argentino es una abstinencia del control del Estado.
En conversación con fuentes de distintas obras sociales supe que durante una reunión interna del máximo nivel y confidencialmente, circuló el mensaje de "nos equivocamos". Las empresas reconocen que no calibraron frente a qué se encuentran, y que le solicitaron al Gobierno un guiño para establecer los valores, y que desde el gobierno decidieron no responder. No intervenir.
Cuando cortamos cualquier tipo de adicción, existe un periodo de abstinencia y esto está pasando porque el Gobierno no fue acostumbrando al mercado, a los mercados o a los empresarios, a las nuevas reglas de juego.
En este sentido, el Gobierno también tiene que entender que todos estamos saliendo de un proceso estatista, corrupto, donde se generaron dependencias corporativas entre diferentes grupos, con canales oficiales y alternativos para la regulación.
La salida virtuosa que propone el Gobierno es una corrección natural del mercado.
Las obras sociales, por su parte, argumentan que los costos en dólares se les dispararon en todos los rubros. Se buscó así llevar adelante una corrección brutal, sin medir al cliente, para regularizar la dispersión de precios.
Todo desemboca en el poder adquisitivo del consumidor, del ciudadano. Los sinceramientos de precio nos cayeron encima a todos nosotros como un piano. Ahora los dueños de las prepagas van a tener que modificar la actitud y, por otro lado, el Gobierno va a tener q abordar la cuestión del mercado de salud con una pericia mayor que la que tuvo.
No hay posibilidad de someter a las prepagas y desentenderse de los laboratorios, o cualquier otro factor que hace a la cadena de suministros en la prestación médica. Todos los actores del mercado de salud, del que las prepagas son solo una parte, van a tener que converger de alguna manera.
El Estado no se puede desentender porque no hay fuerzas naturales del mercado que operen en el sistema de salud, y esto se ve también en países donde el libre mercado funciona, que la salud pública está supervisada.
Hay que pensar en un Estado inteligente con los recursos que tiene disponibles. No hay una manera de pensarlo con credos o religiones. Estamos en Argentina, en un Estado ruinoso, y por eso hay que pagar la energía lo que vale. Una vez que se establece el precio de mercado, se subsidia a la demanda de aquellos sectores que más afectados y no a la oferta.
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