La reforma laboral podría convertirse en el primer gran triunfo parlamentario del gobierno de Javier Milei. El consenso para avanzar en la modificación de las leyes laborales se extiende más allá del oficialismo y sus aliados.
El primer guiño que recibió el Gobierno fue de parte de la UCR. El partido centenario presentó en el Senado un proyecto de ley en el que avanza con tres puntos centrales de la reforma que impulsa el Gobierno libertario: el fondo de cese labora, la extensión del periodo de prueba y la disminución de las multas por incumplimiento de la ley de contrato laboral.
Desde bloque de la UCR en el Senado no ven con malos ojos que estos tres puntos de la reforma laboral sean incorporados al texto remozado de la Ley bases que enviará al Congreso el Ejecutivo en los próximos días. Sin embargo, el apoyo por ahora no irrestricto, desde el partido centenario abren el paraguas y aseguran que todo dependerá de la redacción del texto que llegue al recinto.
Dentro del peronismo, incluso dentro de Unión por la Patria, aún no hay una postura unificada. Desde el oficialismo parlamentario sostiene que tanto Hacemos Coalición Federal, el bloque que comanda Miguel Ángel Pichetto en la Cámara baja, como algunos dirigentes del peronismo están dispuestos a acompañar la propuesta.
En ese marco, uno de los hombres con más experiencia parlamentaria en Diputados advirtió: “El gobierno pierde el tiempo y se encapricha con los títulos. Si en lugar de insistir con la famosa Ley bases, fuera ley por ley ya habría reforma laboral. Todos es muy amateur en esta gestión”.
El diálogo entre la CGT y el gobierno por la modernización laboral no comenzó en el último mes. Antes del 10 de diciembre del año pasado algunos popes sindicales tuvieron un intercambio fluido con dirigentes de La Libertad Avanza para delinear los trazos huesos de una nueva legislación. Sin embargo, el Mega DNU dinamitó todos los puentes que se habían construido.
Pero lo cierto es que no son pocos los referentes del sindicalismo que entienden que se tiene que actualizar el marco de las relaciones laborales. La voz que se mantuvo en pie durante los primeros 100 días de gobierno de Javier Milei y planteó públicamente la necesidad de avanzar en ese sentido fue Facundo Moyano.
En ese marco, en los pasillos del Congreso no sorprendió la filtración del diálogo de algunos referentes de la CGT con el radicalismo para apuntalar una reforma laboral posible.
Los dirigentes sindicales que apuestan al proyecto presentado por la UCR en el Senado entienden que es un límite para Milei. Es la reforma posible. Es el cambio que deja en pie los sindicatos, sus aportes y el funcionamiento de las obras sociales. Una suerte de resignación y apuesta al mal menor.
Por ahora, los cientos de conflictos sindicales que van desde despidos y suspensiones hasta la falta de homologación de paritarias no dejan margen para el apoyo público a una reforma laboral.
La coyuntura se filtra dentro del funcionamiento de la CGT y aviva viejas internas. En ese marco, con el sector más combativo impulsando un nuevo paro general y con los principales gremios en conflicto (camioneros, UTA, UOM y docentes), la CGT se reunirá el próximo 11 de abril para definir un plan de acción. ¿Se puede apoyar un reforma laboral en medio de una crisis que afecta a cientos de empleos? La respuesta está en el pasado reciente. La década del 90 está ahí para quien la quiera estudiar. La política es el arte de lo posible y los dirigentes sindicales más experimentados saben que para eso no hay límite.
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