Pedro Sánchez y Yolanda Díaz pactaron la jornada laboral reducida.
Laura García

Laura García

Analista Financiera

Economía y Finanzas > Por Laura García

Jornada laboral reducida: la rechazan los empresarios, pero la apoyan Bill Gates y Elon Musk

Acortar la semana de trabajo es sólo una de las 22 recomendaciones en materia laboral del estudio que encargó Yolanda Díaz a Time Use Initiative. La propuso en campaña y se coló en el pacto con Pedro Sánchez. Los españoles organizan muy mal su tiempo, advierten los especialistas. Los empresarios la rechazan, pero no todos
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04 de noviembre de 2023 a las 21:35

Es audaz de su parte. Meterse con una institución como ese pequeño festín cotidiano y relajado que corta el día laboral de los españoles: la pausa sagrada del almuerzo. 

Marialuz Vega tiene credenciales que la respaldan. Más de 30 años en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dan cierta autoridad para ir contra las idiosincrasias de raigambre más popular. 

Los españoles tienen una muy mala organización del tiempo. Compactar el tiempo en el trabajo es fundamental. Una pausa de una hora basta. Pero esto viene de la Guerra Civil y la recesión. Los horarios se acomodaron para favorecer el pluriempleo. Se trabajaba por la mañana hasta la 12 y entrabas al segundo trabajo a la tres. Y es algo que hoy se puede ver todavía en la hora a la que abren los restaurantes por ejemplo”, señala la especialista.

Pero tranquilidad. Esta es una de las 22 recomendaciones que formularon los cinco expertos en materia laboral -entre ellos Vega-  que forma parte del estudio que Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, vicepresidente segunda y líder de Sumar, encargó a la Time Use Initiative ( @TimeUseInit) y fue presentado a mediados de octubre en Barcelona. 

Sin embargo, no fue recogido en el pacto PSOE-Sumar, que busca avanzar en la apremiante necesidad de formar un nuevo Gobierno y que incorporó por ahora los trazos gruesos de la propuesta.

De hecho, es parte de un informe aún más abarcador, con otras 88 recomendaciones sobre el uso del tiempo pero ya no en relación al empleo (en total participaron 60 especialistas) y que Díaz no pudo plasmar en una ley por el adelantamiento de las elecciones.

El acortamiento de la semana laboral, el núcleo en lo relativo al empleo, se transformó entonces  en promesa de campaña en versión abreviada y ahora, en la negociación del pacto con el presidente en funciones Pedro Sánchez, en uno de los proyectos claves si llegan a ser Gobierno. 

Su aplicación se producirá de forma progresiva: la semana legal, hoy de 40 horas, se reducirá hasta las 38,5 horas en 2024 y las 37,5 horas en 2025. Existe el propósito de llegar a las 32 horas.

 

Equiparar con la administración pública

 

La experta de la OIT (Consejera Especial en Temas de Investigación y Coordinadora de la Iniciativa para el Futuro del Trabajo) aclara: “Las 37,5 horas tenía visos de realidad y generaría menos resistencia, aunque estos cambios siempre encuentran rechazo”.

Hay dos puntos más que interesantes en relación a este cambio que lo vuelven mucho menos “revolucionario”. 

Por un lado, según Vega, en España, las horas reales trabajadas son 38,6, es decir, menos de las 40 horas del máximo legal, con lo cual en el día a día de la fábrica o de la oficina no se está tan lejos de lo que se plantea. 

Por el otro, la semana de 37,5 horas ya es lo que establece la ley para la administración pública, de modo que sólo se estaría equiparando al resto de los empleados con ese sector que, en los hechos, puede trabajar hasta 35 horas reales. 

“Estamos hablando de alrededor del 20% de la población y algunos convenios colectivos que decidieron reducir la jornada hasta esos niveles”, agrega Vega.

Las semanas legales más cortas son las de Francia de 35 horas, aunque en la práctica, con horas extraordinarias pueden terminar trabajando hasta 48 horas, Dinamarca con 37 horas y Bélgica con 38 horas. 

En horas reales, están a la cabeza todos los países nórdicos. Es el caso de Noruega, con 37 horas reales, y no tienen problemas de productividad, enfatiza la especialista como si respondiera a los detractores de un tema que desconocen. 

Vega hoy también da clases en la Complutense y colabora con la Organización Iberoamericana de Seguridad Social. 

 

La regla de las seis horas

 

La OCDE estableció que a partir de las seis horas ya no eres productivo. Está probado. Ya no produces igual aunque ganes lo mismo”, afirma.

En Suecia, por ejemplo, el Gobierno hizo varias pruebas piloto para introducir las jornadas de seis horas y algunas empresas ya las adoptaron.

Bill Gates, que de joven dice que competía con sus amigos para ver quién dormía menos por quedarse trabajando, aprendió de Warren Buffett la regla de las seis horas y la aplica religiosamente.

No es el único ultra-billonario que adhiere. Elon Musk, Jack Ma, Oprah Winfrey, todos aplican ese hábito de acotar su tiempo de trabajo a las horas de máxima concentración, eficacia y creatividad, a partir de las cuales la potencia intelectual inevitablemente declina.

 

Bienestar laboral

 

Pero mucho antes de poder darle masividad a estos descubrimientos sobre cómo funciona la productividad, hay mucho por hacer que puede mejorar dramáticamente la calidad de vida de los trabajadores. 

Es que los españoles están entre los europeos que menos horas duermen y precisamente porque roban al sueño las horas libres que no tienen por las largas jornadas laborales. 

Uno de cada tres españoles sigue trabajando a las 19.00 y el 10% lo sigue haciendo habitualmente a las 21.00. Además, el 30% de la población en España tiene problemas para desconectar del trabajo.

Vega nos cuenta sobre algunas de las otras recomendaciones laborales que contiene el estudio. 

Cuando el trabajo es parcial, sólo puede existir una pausa para no impedir que se tenga otro empleo. Esto se refiere a que el horario puede ser de cuatro horas pero termina siendo como una jornada completa porque te piden algo por la mañana y después al mediodía y de vuelta por la tarde”, explica.

“También proponemos que se establezca en forma obligatoria los dos días de descanso. Hoy legalmente es de uno y medio -señala- y que se regule el trabajo nocturno, que se probó que trae gravísimos problemas de salud por cómo trastoca el ritmo circadiano. Así que deben fijarse turnos más lógicos y rotaciones más efectivas”.

“Son muchas cuestiones pero pedimos que se limiten las horas extraordinarias y se las pague con recargo. Hoy eso no figura en la ley. Requerimos que sean 80 por año y que el recargo sea como mínimo del 25%, que es lo que establece la OIT”, apunta la funcionaria.

 

El pataleo de los empresarios

 

Los estudios de impacto muestran que la medida tendría un costo muy pequeño para las empresas y no supondría una creación relevante de nuevos empleos, sobre todo por implementarse de forma progresiva.

Ni bien se conoció el acuerdo, las patronales emitieron un comunicado oponiéndose a la medida porque “supone un aumento de costos para las empresas”. 

La profesora de macroeconomía de la Universidad del País Vasco (EHU) Verónica Castrillón rebate argumentando que “en muchos sectores el costo es directamente cero, bien por la naturaleza no presencial o trabajos por objetivos de la mayoría de puestos del sector, bien porque ya se trabaja directamente menos de 37 horas y media en general, como es el caso del sector público y de algunos sectores privados”.

El costo laboral neto sería solo de 3.880 millones de euros, descontando los ahorros en el Impuesto de Sociedades que se derivarían de la necesidad de nuevas contrataciones.

Castrillón especifica que ese costo surge de suponer 160.500 nuevos puestos de trabajo y retornos de 2.657 millones euros para las administraciones públicas. 

Pero asume que el cambio se realiza directamente y no de forma progresiva, cuando en realidad las empresas tendrán dos años para adaptarse sin necesidad de recurrir a nuevas contrataciones, asevera.

El derecho al tiempo no es un concepto al que estemos habituados. Tampoco a planificar su gestión inteligente. Ponerle límites al trabajo puede acercarnos a ese equilibrio de trapecista entre el descanso, el disfrute, los vínculos y la salud. Aunque venga desde la agenda política.

 

 

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